Creía en Dios, puede que más como el souvenir de una infancia en la que temía la admonición divina que como el Creador Absoluto. Aunque seguramente más que de creencias, tan solo se trataba de esperanza. No había nada que deseara más que mis padres estuvieran felices en alguna parte. Esperándonos a Carol y a mí. Tal vez para empezar otra vida, con otro aspecto y otros nombres, para que la muerte tardara en encontrarnos de nuevo, como si Dios fuera el jefe de un programa de protección de testigos.
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Enviada por Zelda hace 7 años
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