“La tierra fungosa se descarnaba como los huesos de Job. . . y toda la campiña entumecida,
desnuda, se extendía a lo lejos, inmóvil como el cadáver de un náufrago que chorrea el agua. .
. La tristeza resignada, fatal, de la piedra que la gota eterna horada. . . La naturaleza muerta
parecía esperar que el agua disolviera su cuerpo inerte, inútil ... La desolación del campo era
resignada, poética en su dolor silencioso; pero la tristeza de la ciudad negruzca, donde la
humedad sucia rezumaba por tejados y paredes agrietados, parecía mezquina, repugnante,
chillona, como canturria de pobre de solemnidad. Molestaba; no inspiraba melancolía, sino un
tedio desesperado.”
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Enviada por Marc Gon hace 3 años
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