La distancia entre ambos era una suerte de espacio variable, que disminuía o aumentaba según los estados de ánimo de Ana. A veces dependía de una palabra a tiempo, pero que él había pronunciado al azar, sin descubrir nunca cuál había sido su oportunidad. A veces dependía, en cambio, de un silencio frío y transparente, un cristal entre los dos.
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Enviada por Umbriel hace 9 años
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