Había un resentimiento antiguo que yo ya había captado otras veces: el de quienes acusan estar fuera de un mundo que les parece más atractivo que el que a ellos les ha tocado en suerte. Rabia. Había esa rabia que se esconde tras una sonrisa y que se elimina mediante el sarcasmo. Pero en aquellos momentos me parecía improcedente, injusto, ser envidiada. El que envidia aumenta la fortuna del envidiado.
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Enviada por Delia hace 9 años
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