Por tratarse de una mentira tan banal (…) la perdonaría menos que una de esas grandes mentiras que, al fin y al cabo, tienen una razón de ser. La mentira grave, esencial, puede producirse por respeto, por miedo o por cariño a la persona a la que se le cuenta, pero las pequeñas mentiras, esas que se suceden unas a otras, que se amontonan como las cagadas de paloma, son las que acaban definiendo al mentiroso, que miente y olvida, miente y olvida.
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Enviada por Dora hace 9 años
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