No la conmovió ni la piedad ni el arrepentimiento. No pensó en el amor, la alegría, la paz, el descanso, la esperanza, la muerte, que había asesinado al amor, y destrozado la vida, acabado la esperanza, desperdiciado un potencial intelectual, terminado con la alegría, porque a duras penas sabía lo que eran estas cosas. No vio que había dejado cadáveres gimiendo por la sepultura. Pensó que era una pena que aquella estupenda alfombra se encontrara en aquellas condiciones, y estaba contenta porque la sangre no la había salpicado.
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Enviada hace 9 años
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