Ser un león sordo a los chillidos de los ratones, es decir, ser insensible al insulto (pero, ¡ojo!, no a las acusaciones). En efecto, no ofende quien quiere, sino quien puede. (…) El insulto surte efecto a iniciativa del mofado, no del mofador.
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Enviada por Humberto hace 9 años
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