Las tragedias desmesuradas, donde todo nombre se borra, permiten siempre empezar de cero. Cuando las olas se tragan una ciudad, se tragan también buena parte de su pasado. Cuando la tierra abre sus fauces, no sólo devora escuelas, tranvías o lonjas. ¿Quién podrá discutir a un lisboeta superviviente al terremoto del día de Todos los Santos de 1755 su nombre?
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Enviada por Kevin hace 9 años
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