La literatura es un movimiento aporético, un empeño constantemente defraudado, la obsesión por expresar lo inexpresable, el anhelo por decirlo todo aunque sea imposible. (…) Maeterlinck hizo del escritor como un buzo, alguien que, regresado de los abismos, asoma a la superficie con una “gota de agua que pende de la pálida punta de nuestros dedos”, aunque “ya no se parece al mar del que procede”.
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Enviada por Nerea hace 9 años
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