En aquellos meses de calor y tripas negras no había habido cenas bajo las estrellas, ni risas, ni amigos. Solo rabia y desconcierto, ese desconcierto que me había impulsado a cambiar de vida. Pero todo eso había quedado atrás. Ahora había que mirar hacia delante y en homenaje a ese futuro que se iba abriendo a mi paso, decidí por fin ponerme mis pendientes nuevos de plata vieja.
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Enviada hace 9 años
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