Hay súplicas en nombre de Cristo que no importan (también entre ellas hay diferencias). Algunas son cantarinas, como recitadas y aprendidas de memoria, típicas de pedigüeños veteranos; ante ésas no resulta tan doloroso pasar de largo. Se trata de mendigos profesionales, recalcitrantes, y uno piensa que ya están acostumbrados, que se las arreglarán de algún modo porque saben cómo hacerlo. Pero hay otras súplicas por amor de Cristo terribles, insólitas, extrañas, como la de hoy cuando leía la nota que llevaba el niño; (…) Y a la gente rica no le gusta que los pobres se quejen en voz alta de su mala suerte. Dicen que son muy pesados y molestos. Sí, la pobreza es siempre pesada…
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Enviada por Gisela hace 9 años
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