Decid, que he sido un desdichado; que amé sin discreción y con furor, que aunque tardo en recelar, me dejé arrastar como loco por la corriente de los celos, decid que fui tan insensato como el indio que arroja al lodo una pieza preciosa más valiosa que vale más que toda su tribu. Decid que mis ojos que antes no lloraban nunca, han destilado luego, largo caudal de lagrimas como destilan su balsámico jugo los árboles de Arabia.
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Enviada por Bernard hace 9 años
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