De jóvenes, queremos lo imposible, y eso es bueno, porque el error nos da preparación física y aliento para la realización de nuestros sueños. De adultos, aprendemos poco a poco a contentarnos con lo posible -el éxito posible, la salud posible, la belleza posible, la osadía posible- y eso es bueno, porque la moderación nos va enseñando el desapego necesario para, llegado el momento, poder dejar la vida que es vigorosa y demasiado hermosa.
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Enviada por Saúl hace 9 años
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