Siento sus manos en mi espalda. Y aunque está oscuro, no cierro los ojos mientras la beso, y Margo tampoco. Está tan cerca de mí que puedo verla, porque incluso ahora aparece el signo externo de la luz invisible, incluso por la noche en este aparcamiento a las afueras de Agloe. Después de besarnos nos miramos tan de cerca que nuestras frentes se tocan. Sí, la veo casi a la perfección en esta agrietada oscuridad.
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Enviada hace 9 años
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