Los desórdenes del mundo, del tipo que fueran, no le afectaban, no tenían cabida en su mente equilibrada y racional, para la cual simplemente no existían. Cuando un obstáculo se interponía en su camino, él lo sorteaba sin variar el paso y seguía como si tal cosa. No dudaba casi nunca.
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Enviada por Urania hace 9 años
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