Pensó en que nada bueno había en tener una cabeza como la suya, que con ganas se la habría arrancado y sustituido por otra, incluso por una caja de galletas siempre que estuviera vacía y fuera ligera. Quiso contestar que sentirse especial, era una jaula, lo peor que le podía pasar a uno, pero se abstuvo.
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Enviada por Sandra hace 9 años
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