A la felicidad no se accede con las yema de los dedos. O eres donante o eres receptor. Yo doy antes de recibir, pero he tachado definitivamente a los egoístas, los enrevesados y los que son demasiado mezquinos de corazón como para proporcionarse los medios que exigen sus deseos y sus esperanzas.
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Enviada hace 9 años
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