A pesar de ser súbditos del rey más poderoso del orbe y de vivir en el más grande imperio, los españoles pasan hambre y frío, carecían de lo necesario y sufrían de ese embrutecimiento que produce el prolongado infortunio. No era de extrañar, pues, que los más listos y valientes emigraran al nuevo mundo buscando una oportunidad para mejorar su situación y una vida nueva para sus familias.
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Enviada por Bárbara hace 9 años
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