¿Sabes? Yo siempre había despreciado a esas personas que se ponen a contarte su intimidad de buenas y primeras. Que el marido ya no las toca, o que su terapeuta es un pirómano, o te hacen el relato minucioso de la primera vez que tuvieron un orgasmo. Patético, de veras. Pero hace bien abrir las compuertas y dejar salir un poco esa mierda que tenemos en el coco. Yo no lo había intentado nunca. Y ahora me doy cuenta, Daniela, de que en esa categórica discreción, de la cual me he sentido siempre tan orgullosa, hay un trasfondo de soberbia.
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Enviada por Marc hace 9 años
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