Siempre es lo mismo, vuelve a decirse Ana. Idénticos motivos, idénticas carencias. Y aunque al vivirla nos sintamos únicos en el mundo, es la misma historia que se repite, solo que de diferentes formas. Como en aquellos laberintos de espejos donde al entrar uno se alarga, se ensancha, se agiganta, se encoge, pero al salir, se sigue siendo el mismo. Es tal vez la noción de lo predecible la que genera ese deseo de transformarse, aunque ilusoriamente, en un ser diferente y único. Y lo más irrisorio es que, al iniciar ese viaje de espejismos, en apariencia tan personal y exclusivo, uno no se da cuenta de que en el espejo de al lado está el vecino haciendo exactamente lo mismo.
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Enviada por Tadeo hace 9 años
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