Ella no compró nada, no por falta de ganas, sino de dinero, y por el rabillo del ojo vio cómo él, finalmente, se llevaba la novela. Le dio rabia. Quería tenerla porque le había parecido una primera edición y a ella le entusiasmaba repasar las hojas que estaban a punto de romperse y que nunca se rompían, y le daba por pensar cuántos pares de ojos habían repasado esas mismas palabras antes que ella y eso le hacía sentirse parte del mundo.
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Enviada por Edgard hace 9 años
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