Con todo, había cosas que nunca cambiarían. En el cielo cristiano de nainai, los ángeles adoptaban la forma de flores de melocotonero, mariposas y colibríes. El mismísimo Dios vivía en un paraje chino donde las nubes se reflejaban en los lagos y las montañas se veían cubiertas de pinos y bambúes.
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Enviada por Celina hace 9 años
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