Mientras pulía la piedra, pensaba en el símil que solía hacerse entre un diamante y la vida de un hombre; verdaderamente, aquel plato era como la misma vida, dando vueltas y vueltas hasta sacar la belleza encerrada. ¿Cuántas vueltas necesitaría yo hasta estar pulido? ¿Tenía algo encerrado que valiera la pena o era una vulgar macla?
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Enviada por Valkiria hace 9 años
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