Porque aquí, abandonados a su suerte, estaban los más débiles, los vencidos y arruinados, los envejecidos y humillados, los olvidados de una nación que se resistía a morder el polvo, a sucumbir bajo la bota de las potencias enemigas, pero que olvidaba a sus hombres y a sus mujeres, a sus héroes y heroínas y permitía que unos y otros se consumieran de hambre, sin la menor satisfacción o gratitud.
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Enviada por Helena hace 9 años
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