El rey y Ensenada pueden separarnos de nuestros hombres para que dejemos de tener hijos. Eso es lo que dicen pretender, ¿no? Acabar con nuestra raza. Pueden también apalearnos y matarnos de hambre; pueden hasta robarnos la hermosura, pero nunca podrán quitarnos el orgullo. Las gitanas habían dejado de compadecerse y escuchaban erguidas a la anciana. —No aflojes, Ana Vega. Nos has defendido. Has luchado por las demás y te han roto la piel por hacerlo. ¡Esa es tu belleza! No pretendas ninguna otra, niña. Algún día se olvidarán de nosotros, los gitanos, como siempre ha sucedido. Yo no lo veré. La anciana calló un instante y nadie se atrevió a romper su silencio. —Cuando llegue ese día, no deben haber conseguido doblegarnos, ¿entendéis todas? —añadió con voz ronca, paseando una triste mirada por el sótano—. Hacedlo por mí, por las que quedaremos atrás.
0
Enviada por David hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Ildefonso Falcones.