(...) sin embargo, a la habitación no le faltaba un cierto aire varonil; un cruce de chambre à coucher y sala de entrenamiento de boxeador. En una habitación en la que una mujer nunca ha puesto el pie se observa una cierta beligerancia. Cada objeto parece batallar contra su propia opresión y hay un olor metálico, como de hierro batido en herrería.
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Enviada por Yago hace 9 años
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