Se consideraba a sí mismo como un vendedor infalible. Conocía su producto y se jactaba de saber perfectamente cuáles eran los clientes adecuados: Todo aquel que se pusiera en su camino. Parece complicado cuando lo que intentas vender son Biblias, crucifijos, reproducciones de la última cena en un plato de madera e incluso pegatinas con el lema I LOVE JESUS.
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Enviada por Ventura hace 9 años
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