Y fue a ocultar sus lágrimas y a echarse a los pies de su imagen de la Virgen de la Soledad y a suplicarle: "¡Mi vida por la suya, Madre, mi vida por la suya! Siente que yo me voy, que me llaman mis muertos, y quiere irse conmigo; quiere arrimarse a mí, arropada por la tierra, allí abajo, donde no llega la luz, y que yo le preste no sé que calor...¡Mi vida por la suya, Madre, mi vida por la suya! que no caiga tan pronto la cortina de tierra de las tinieblas sobre esos ojos que dicen que son los míos, sobre esos ojos sin mancha que le di yo..,sí, yo..Que no se muera...,que no se muera...Sálvala, Madre, aunque tenga yo que irme sin al que ha de venir. "
Y se cumplió su ruego.
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Enviada por Semiras hace 9 años
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