.. un amor perfecto, y bien alumbrado, a la luz que le sea propia. Porque ella creía
que no era al suelo, sino al cielo, a lo que había que mirar antes de plantar un reto-
ño; no al mantillo de la tierra, sino a las razas de lumbre que del sol le llegaran, y
que crece mejor el arbolillo que prende sobre una roca al solano dulce del medio-
día que no el que sobre un mantillo vicioso y graso se alza en la umbría. La luz era
la pureza.
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Enviada por Semiras hace 9 años
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