Si la quieres [a Rosa]. a casarte con ella, y si no la quieres, estás de más en esta casa. Estas palabras le brotaron de los labios fríos y mientras se le paraba el corazón. Siguió a ellas un silencio de hielo, y durante él la sangre, antes represada y ahora suelta, le encendió la cara a la hermana. Y entonces, en el silencio agorero, podía oírsele el galope trepidante del corazón.
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Enviada por Dina hace 9 años
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