Un hombre perdió su hacha y sospechó del hijo de su vecino.
Como no tenía pruebas, espió la manera de caminar del muchacho —Exactamente como la de un ladrón.
Observó la expresión del joven —Como la de un ladrón.
Tuvo en cuenta su forma de hablar —Igual que la de un ladrón.
En fin, sus gestos, actitudes y acciones lo denunciaban culpable de hurto.
Pero más tarde, encontró su hacha en el valle.
Y después volvió a ver el hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho parecían muy diferentes de los de un ladrón.
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Enviada por Ingrid hace 9 años
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