Ambos hablábamos tan suavemente que era imposible un estudio emocional por el tono de las voces. —Olvidé la llave —dijo Jenny. Yo me quedé allí, al pie de los escalones, temeroso de preguntar por cuánto tiempo había estado sentada allí, sabiendo tan sólo que yo le había hecho un daño terrible. —Jenny, lo siento. . . —¡Para! —Ella cortó bruscamente mi apología, y luego dijo muy serenamente—: Amar significa nunca tener que decir "Lo siento"
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Enviada por Nuria hace 9 años
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