La fuerza del deseo que él concibe en ese punto lo aterra por lo que se representa de pronto, si bien confusamente, al pensar en las penas que por ese deseo deberá sufrir; porque el deseo es pena, y el vivísimo y sumo deseo, vivísima y suma pena, y el deseo perpetuo y nunca satisfecho, pena perpetua.
“Si bien cierta neblina de melancolía afectuosa, como la que he sufrido en los últimos días, no es desagradable, y aun deleita sin turbarnos en exceso, no se puede decir lo mismo de esa inquietud y ese deseo y de ese descontento y de ese anhelo y de esa angustia que van con el punto más alto de la pasión, y que nos hacen sentir en todo caso atribulados y míseros.
0
Enviada por Arnau hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de José Antonio Marina.