Amar no nos sitúa frente al ser amado sino frente a nosotros mismos, y los anhelos que proyectamos sobre a aquel al que elegimos no son más que nuestras aspiraciones insatisfechas, a las que intentamos dar cauce en un ejercicio de comunicación que a veces se convierte en una herida lacerante.
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Enviada por Higinio hace 9 años
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