¿Quién es el dueño de una carta: el remitente o el destinatario ? Acaso el correo, en su trayecto al menos. ¿ Quién es el dueño de la herida: el que la causa, o el que la padece ? ¿ No son caras las dos de una misma moneda ? O quizá el dueño es el sentimiento que les clava su dardo. Quien ama, quien es amado y el amor: ese arquero que nos llaga a ambos, ese puente levadizo en que se encuentran y desencuentran...
El dueño de la herida es el verdugo y es la víctima; es el idólatra y es su ídolo; pero, sobre todo, aquello que los vincula o los enfrenta, sea cual sea su nombre. Porque hay amores que no saben el suyo verdadero.
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Enviada por Higinio hace 9 años
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