Oigo al viento silbar por el desierto y veo las lunas de una noche de invierno elevarse como grandes naves en el vacío. A ellas ofrezco mi juramento: Seré valeroso y haré del gobierno un arte: equilibraré mi pasado heredado y me convertiré en perfecto depositario de las reliquias de mis memorias. Y seré conocido más por mi gentileza que por mis conocimientos. Mi efigie resplandecerá a lo largo de los corredores del tiempo hasta tanto existan los seres humanos.
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Enviada por Bernard hace 9 años
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