A palabras sordas oídos necios, el mundo abre una senda hasta la pocilga del rico, pero no todas las familias tienen un abogado nuevo, y mucho menos un profeta. A quien no malgasta, nada le falta; pero una tripa llena no necesita un profeta que profetice un beneficio ni a costa de quién lograrlo.
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Enviada por Elena hace 9 años
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