Un hombre de unos cincuenta años, con una sonrisa tenue, amarga y arrogante, una mirada gris, inaprensible, Desaprensiva, también. Con ese aire de cansancio que suelen tener los poderosos, y sólo éstos; que no es cansancio físico, sino algo más profundo, váyase a saber por qué.
+1

Enviada por Viviana hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Jorge Semprún.