Amanecía. Caminaron por la avenida Blanchot y se dejaron perforar por el olor de los árboles, por el perfume que salía de aquellas ventanas llenas de calor, de alientos confusos, de axilas, de músicas envolventes que hacía que el paso por la avenida Blanchot fuera más ligero como si cada segundo, cada sombra y cada rostro estuvieran contagiados de mariposas que aleteaban amor, descalabro, angustia, café, negro, pocillo, ven para acá mi amor, te tengo, no cierres la ventana, vaso.
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Enviada por Dina hace 9 años
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