La ambición es una pasión devastadora, pensó. El avaro se alimenta de oro, el libertino de carne, el orgulloso de vanidad, pero el ambicioso que no ha triunfado ¿de qué se nutre si no es de sí mismo? Se pudre, se destruye lentamente, nada puede apagar su sed de brillar, de triunfar. Está dispuesto a venderse o a apoyarse en el alma o el talento de otros para alzarse hasta el éxito. Lo que no conseguía hacer por ella misma, Iris se lo mandaba hacer a otros y se apropiaba de una gloria obtenida por procuración.
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Enviada por Johan hace 9 años
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