Los días pasan, y Charlotte todavía habla poco.
Se la encuentra muy reservada.
Los niños la bautizan; la silenciosa.
Ellos quieren jugar con ella.
Por ahora, simplemente acepta dibujar.
Ottilie la encuentra un talento excepcional.
Incluso dice: tenemos un genio en la casa.
La americana no cesa de animarla a pintar.
Ella compra sus dibujos para ayudarla a vivir de su trabajo.
Y se encargará de encontrarle papel, durante la guerra.
La generosidad de esta mujer parece no tener límites.
En las fotos que quedan de ella, su rostro siempre está sonriendo.
Con un toque de extravagancia en la expresión.
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Enviada por Gisela hace 8 años
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