Ese día, pudimos observar en el oriente un curioso fenómeno atmosférico: la aparición de un sector sombreado de tierra. La luz vespertina desplegaba sus colores de un esplendor especial; al principio pálida, se convirtió después en esmeralda. A continuación, dos rayos de un amarillo claro emergieron del horizonte y subieron en columnas separadas sobre este fondo verde. Al cabo de algunos minutos desaparecieron, mientras que el verde del crepúsculo se transformaba en naranja y después en rojo. En el fondo, el horizonte escarlata se oscureció como bajo el efecto de una humareda. En el momento de acostarnos, un sector sombreado de la tierra apareció en el este, envolviendo el horizonte de norte a sur. El borde exterior de esta sombra era púrpura y el sector entero subía a medida que declinaba el sol. Así, esta banda escarlata se confundió bien pronto con el rojo del sol poniente y, a continuación, se hizo noche cerrada. Yo miraba aquello extasiado, pero en ese momento escuché refunfuñar a Dersu:
–Tú no entiendes nada.
Adivinando que esta observación se dirigía a mí, le pregunté de qué me hablaba.
–Es malo –dijo, señalando el cielo–. Yo creo que tendremos mucho viento.
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Enviada por David hace 9 años
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