Hacia la noche, el cielo se cubrió de nubes. Temí una nueva lluvia, pero el gold afirmó que se trataba de niebla y no de nubes, lo que prometía para el día siguiente un hermoso sol e incluso calor. Seguro de que todas sus predicciones eran bien fundadas, le pregunté sobre el carácter de los índices meteorológicos.
–Yo miro alrededor de mí y percibo que el aire es ligero, que el tiempo no está pesado –dijo, y respiró profundamente, señalando su pecho.
De hecho, él y la naturaleza eran una misma cosa, hasta el punto de que su ser entero experimentaba físicamente todo cambio de tiempo que fuera a sobrevenir; se hubiera dicho que poseía, para este fin, un sexto sentido particular.
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Enviada por David hace 9 años
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