Esa noche le costó conciliar el sueño. Estaba inquieto y su mente se veía asaltada por distintos pensamientos. En realidad, era un único pensamiento que adoptaba distintas formas. Tsukuru daba vueltas y más vueltas alrededor de un mismo punto, como una persona desorientada. Para cuando se daba cuenta, volvía a hallarse en el mismo lugar. Al cabo de un rato las ideas ya no iban ni hacia delante ni hacia atrás, como un tornillo cuya cabeza tiene la ranura desgastada.
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Enviada por Tomás hace 8 años
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