Los hombres viven en un mundo en el que lo que tienen poder son las palabras y no los actos, donde la competencia esencial es el dominio del lenguaje. Eso es terrible porque, en el fondo, somos primates programados para comer, dormir, reproducirnos, conquistar y asegurar nuestro territorio, y aquellos más hábiles para todas esas tareas, aquellos entre nosotros que son más que animales, ésos siempre se dejan engañar por otros, los que tienen labia pero serían incapaces de defender su huerto, traer un conejo para la cena y procrear como es debido. Es un terrible agravio a nuestra naturaleza animal, una suerte de perversión, de contradicción profunda.
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Enviada por Victor hace 9 años
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