Pasadas las primeras preguntas sobre qué tal había ido el día, sobre la familia, cómo estás, yo bien, y tú, nos sumíamos en el vacío de las palabras. Pero a mí no me incomodaba. Con mi abuelo pasaba igual los últimos años. Estamos ahí, cerca de ellos. Y con eso basta, ¿no? Yo interpretaba el papel del buen nieto, encontraba a veces un par de anécdotas con la que robar unos segundos, comerla algo de terreno al silencio.
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Enviada por Graciela hace 9 años
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