El piso le traía sin cuidado: lo que le obsesionaba eran los muebles, las cortinas, los cubiertos. Todo lo habían regalado o tirado, y eso la enfurecía. Sus hijos no se habían dado cuenta de la importancia de lo material. (…) No habían comprendido la memoria de los objetos; habían aniquilado la dimensión humana de un tenedor. (…) Por más que de disculparon y le explicaron la oportunidad única que había hecho obligatorio un hecho precipitado, fue en vano: pensaba quedarse anclada en su resentimiento; pensaba morirse lejos de sus hijos.
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Enviada por Graciela hace 9 años
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