Yo no había visto venir nada. En el fondo, criticaba la estrechez afectiva de los demás, pero podía empezar a preguntarme si yo mismo, bajo mi apariencia de preocupación por el prójimo, no tenía tendencia también a ir por la vida de manera más bien autónoma. Yo y sólo yo, era responsable de esa soledad tan mía, que constataba con regularidad. Era hijo de mi época, ese tiempo en que ninguna idea es ya lo bastante fuerte para vincularnos unos a otros. (…) Y hay algo de comodidad en todo eso, como hay algo de belleza en un adormecimiento progresivo.
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Enviada por Graciela hace 9 años
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