La infancia es a menudo el terreno de los placeres primarios, es para muchos el paraíso de las alegrías sencillas y fáciles de satisfacer. (…) Creo que uno nunca podría hacerse adulto si viviera obsesionado por la conciencia de esa felicidad. Viviría constantemente sumido en una nostalgia beatífica del todo paralizadora.
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Enviada por Graciela hace 9 años
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