Papá me ha acompañado esta noche. Se trajo el acordeón y se sentó cerca de donde solía hacerlo Max. A menudo observo su cara y sus dedos cuando toca. El acordeón respira. Papá tiene las mejillas surcadas de arrugas que parecen dibujos y no sé por qué, pero cuando las veo siento ganas de llorar, aunque no por tristeza o porque me sienta orgullosa, sino porque me gusta cómo se mueven y cambian. A veces pienso que mi padre es un acordeón porque oigo sus notas cuando me mira y sonríe y respira.
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Enviada por Celestina hace 9 años
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